La llamada sonrisa de Duchenne involucra músculos alrededor de los ojos, imposibles de controlar conscientemente. Estudios de la Universidad de California revelan que el cerebro responde con dopamina y serotonina ante una sonrisa auténtica, generando bienestar. En cambio, una sonrisa falsa activa la amígdala, generando desconfianza y alerta emocional. Este hallazgo demuestra que la autenticidad emocional se percibe de forma automática en el cerebro humano.