Ser una persona altamente sensible (PAS) implica procesar las emociones y estímulos del entorno con mayor profundidad. Según la psicóloga Elaine Aron, uno de cada cinco individuos posee este rasgo. Lejos de ser debilidad, la alta sensibilidad puede convertirse en fortaleza si se aprende a gestionar los límites emocionales. Transformar esa percepción en empatía y creatividad es la clave para vivir en equilibrio.