Los huracanes son uno de los fenómenos naturales más poderosos y destructivos que existen. A lo largo de la historia, algunos de ellos han dejado huella no sólo por su fuerza, sino por el impacto que llegaron a tener en la sociedad.
Uno de los más recordados es el huracán Katrina, que en el año 2005 azotó la costa sur de Estados Unidos, especialmente Nueva Orleans. Si bien tocó tierra como categoría 3, antes había alcanzado la categoría 5. Más de 1,800 personas perdieron la vida y los daños superaron los 125 mil millones de dólares. Hasta hoy, sigue siendo uno de los desastres naturales más costosos en la historia de Estados Unidos.
En 1998, el huracán Mitch cambió la historia de Centroamérica. Con categoría 5, golpeó con fuerza a Honduras y Nicaragua. Lo más terrible no fueron solo los vientos, sino las lluvias interminables que causaron deslaves, inundaciones y miles de muertes. Se calcula que entre 11 mil y 19 mil personas murieron, muchas de ellas desaparecidas sin dejar rastro.
Estos son los daños que ha causado el Huracán Erick al tocar tierra en Oaxaca
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El huracán de Galveston, en Texas, ocurrido en 1900. En ese entonces no había satélites ni sistemas de alerta como ahora, así que casi nadie sabía lo que venía. La ciudad fue arrasada por una marejada inmensa y vientos de hasta 225 kilómetros por hora; Se estima que murieron entre 8,000 y 12,000 personas, con pérdidas de hasta 30 millones de dólares para la época. Aún es el desastre natural más letal en la historia de Estados Unidos.
En 2013, el huracán Haiyan, conocido también como Yolanda, destruyó gran parte de Filipinas. Fue uno de los ciclones más poderosos en tocar tierra, con vientos que superaron los 300 kilómetros por hora. Más de seis mil personas murieron y miles más quedaron sin hogar.
Otro muy reciente fue el huracán María en 2017. Llegó a Puerto Rico como categoría 4 y lo cambió todo. El sistema eléctrico colapsó, muchas zonas quedaron incomunicadas y la ayuda tardó mucho en llegar. Se estima que murieron más de 3 mil personas entre efectos directos e indirectos.
En México también se han vivido huracanes duros. Gilberto, en 1988, afectó gravemente la Península de Yucatán y Wilma, en 2005, se estacionó sobre Cancún durante horas, causando destrozos enormes.
Al final, cada huracán deja más que daños, deja lecciones. Recordarlos no es sólo hablar de desastre, sino también de resistencia y de memoria.
CON INFORMACIÓN DE: ITZY RODARTE
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