Investigaciones del Instituto de Neurociencia Cognitiva de Berlín descubren que algunas personas experimentan ansiedad o angustia ante el silencio, debido a traumas emocionales o desregulación mental. La falta de estímulos activa pensamientos intrusivos y necesidad constante de distracción. Expertos advierten que, si esta reacción interfiere con la vida diaria, puede ser signo de trastorno emocional y debe atenderse con ayuda profesional.












