Los expertos señalan que las zonas más dolorosas para tatuarse son el cuello, las costillas, los pezones, la zona genital y los tobillos, debido a su alta sensibilidad. En contraste, los bíceps, el muslo y la espalda son áreas más tolerables. Mantener una buena hidratación, evitar el alcohol y seguir los cuidados posteriores garantiza una mejor cicatrización y un resultado más duradero.