Diversos estudios confirman que escuchar música con tempos de 120 a 140 BPM ayuda a mejorar el rendimiento en el gimnasio, elevando la motivación, coordinación y resistencia. Géneros como pop, EDM, reguetón o rock clásico son ideales, con canciones como Eye of the Tiger o Titanium. La música no solo reduce la percepción del esfuerzo, sino que activa los circuitos de recompensa del cerebro, convirtiéndose en una herramienta tan importante como la técnica o la dieta.