Los algoritmos de redes sociales organizan tus notificaciones según tus patrones emocionales, priorizando aquello que provoca ansiedad o curiosidad. Este sistema busca mantenerte conectado al detectar qué estímulos captan tu atención. Así, tu comportamiento digital se convierte en un reflejo emocional programado: no solo eliges lo que ves, sino que tus emociones son guiadas por el diseño algorítmico.