Durante diciembre, los eventos, celebraciones y descansos rompen la rutina y generan recuerdos constantes. En enero, la monotonía regresa y los días se vuelven predecibles. Al no haber novedades, el cerebro deja de marcar momentos especiales y la percepción del tiempo se alarga.
Esta falta de estímulos provoca cansancio mental, baja motivación y la sensación de que los días no avanzan, aunque el calendario diga lo contrario.
CON INFORMACIÓN DE JACOBO FLORES
La resaca de azúcar que nadie te advierte durante la temporada decembrina