El cerebro humano da más peso a lo negativo que a lo positivo. Este mecanismo evolutivo explica por qué las críticas nos marcan tanto.
Según la neurociencia, nuestro cerebro está programado para detectar y recordar lo negativo con mayor intensidad que lo positivo. Este fenómeno se conoce como “sesgo de negatividad”, y tiene raíces evolutivas: nuestros antepasados necesitaban enfocarse en los peligros para sobrevivir.
Por eso, una crítica o comentario hiriente puede quedarse grabado durante años, mientras que los elogios se desvanecen con facilidad. La buena noticia es que puedes entrenar tu mente para equilibrar esta tendencia: practicar gratitud y autoafirmación ayuda a fortalecer los circuitos neuronales asociados al bienestar.












