Estudios publicados en Nature Communications demuestran que cenar antes de las 8 p. m. mejora la salud cardiovascular y metabólica. Retrasar la cena aumenta hasta 28 % el riesgo de ictus, especialmente en mujeres. Expertos en crononutrición recomiendan cenar al menos tres horas antes de dormir para sincronizar la digestión con los ritmos circadianos. Este hábito promueve un mejor descanso, control de peso y equilibrio hormonal.