La regulación térmica es automática y constante
La piel está equipada con termorreceptores, sensores capaces de detectar aumentos o descensos de temperatura en milisegundos.
Cuando estos receptores perciben frío o calor, envían señales al hipotálamo, que actúa como el termostato del cuerpo. De inmediato, se desencadenan respuestas fisiológicas: si hace calor, sudamos para enfriar la piel; si hace frío, los vasos sanguíneos se contraen y aparecen temblores para generar calor.
Esta regulación es continua y permite que la temperatura interna se mantenga cerca de los 37 grados, incluso frente a cambios bruscos del ambiente.
Gracias a este sistema automático, tu cuerpo mantiene estable la temperatura que garantiza tu supervivencia.
CON INFORMACIÓN JACOBO FLORES
El sonido de tu nombre activa un circuito cerebral único
[VIDEO] Escuchar tu propio nombre activa áreas del cerebro relacionadas con la atención y la memoria, como el lóbulo frontal medio y la corteza temporal superior.