Los alimentos ultra procesados como; galletas, bebidas azucaradas, snacks, cereales endulzados y comidas listas para consumir, se han convertido en parte habitual del menú infantil, pero su impacto en la salud es mucho más profundo de lo que parece.

Estos productos contienen altos niveles de azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio, colorantes y aditivos que alteran el metabolismo infantil, aumentan la inflamación y afectan el sistema inmunológico.

Numerosos estudios han demostrado que su consumo frecuente se asocia con obesidad temprana, resistencia a la insulina, problemas digestivos y mayor riesgo de enfermedades crónicas desde edades cada vez más cortas.

Además del impacto físico, los ultra procesados también afectan el desarrollo emocional y cognitivo. Los picos de glucosa y los aditivos pueden provocar hiperactividad, irritabilidad, dificultades de concentración y alteraciones del sueño. Esto repercute en el rendimiento escolar y en el bienestar general del niño.

Los expertos recomiendan reducir su presencia en la lonchera escolar y sustituirlos por opciones frescas como frutas, yogur natural, frutos secos y alimentos preparados en casa. La evidencia es clara: cuanto más temprano se limite su consumo, menor será el riesgo de que los niños desarrollen hábitos alimenticios dañinos que los acompañen hasta la adultez.

CON INFORMACIÓN DE JACOBO FLORES

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