La química secreta del amor: cómo la dopamina enciende y transforma tu cerebro al enamorarte.

¿No puedes dejar de pensar en alguien? Tal vez no sea cosa del corazón, sino de tu cerebro. ¿Sabías que la dopamina es clave en el enamoramiento?

¿Cómo la dopamina influye en el enamoramiento y en las relaciones amorosas? La química detrás del amor
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Ese cosquilleo en el estómago, como mariposas revoloteando, al ver a alguien especial, o esa obsesión por el primer amor… ¿Alguna vez te preguntaste qué pasa en tu cerebro cuando te enamoras? La respuesta está en la química cerebral, específicamente, en una pequeña sustancia llamada dopamina.

Pero, ¿cómo influye la dopamina en el proceso de enamoramiento y en la construcción de relaciones amorosas?

El motor del enamoramiento

La dopamina es un neurotransmisor (un mensajero químico) clave en nuestro cerebro, responsable de la sensación de placer, recompensa y motivación. Es la misma sustancia que se libera cuando logramos una meta, comemos algo delicioso o nos embarcamos en una actividad placentera.

También juega un papel crucial en el enamoramiento. Durante este proceso, nuestros cerebros liberan grandes cantidades de dopamina, lo que provoca esa sensación de euforia, de estar “en las nubes” o incluso de obsesionarnos por la persona que nos atrae.

Además, al recibir un mensaje, una mirada o un gesto de cariño. La dopamina hace que nuestro cerebro “quiera más”, reforzando el deseo de estar cerca de la persona que nos gusta.

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El proceso químico detrás del enamoramiento

Ese primer encuentro, la primera sonrisa, el primer mensaje, todos estos pequeños momentos están cargados de dopamina en nuestro cerebro. Los cuales, nos motivan a querer más y más de esa persona, buscando esa “recompensa” emocional que nos hace sentir bien.

Razón por la cual, al principio de una relación, sentimos una intensa emoción y deseo de estar cerca de esa persona o simplemente lo tenemos con solo pensar en ella.

La dopamina en las relaciones a largo plazo

El papel de la dopamina no se limita solo al enamoramiento inicial. Aunque con el tiempo los niveles de dopamina disminuyen, la química cerebral sigue presente en las relaciones amorosas, aunque de forma más equilibrada. Por otro lado, el amor también tiene otras piezas claves, como la oxitocina (la hormona del apego), esa que construye los lazos emocionales profundos que hacen que el amor sea duradero.

Sin embargo, la dopamina sigue siendo esencial para mantener la motivación y el deseo dentro de una relación. Si bien no se puede mantener esa misma intensidad eufórica de los primeros meses o años, pequeños gestos de afecto, sorpresas o compartir nuevas experiencias juntos siguen activando la liberación de dopamina, lo que ayuda a mantener viva la relación.

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¿También está relacionada con la dependencia y las rupturas?

La dopamina tiene un lado oscuro: puede volverse adictiva. Cuando estamos enamorados, nuestro cerebro se acostumbra a recibir esa “recompensa” constante. Si la relación termina o sufrimos una ruptura, la caída abrupta de dopamina puede generar lo que se siente como síntomas de abstinencia: tristeza, ansiedad, incapacidad para concentrarse y un deseo intenso de volver a sentir esa “emoción”.

Esto explica en parte por qué el desamor puede sentirse tan devastador. El cerebro está buscando desesperadamente recuperar esa “recompensa” emocional.

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