Hace exactamente 55 años, el 2 de septiembre de 1970, la NASA anunciaba la cancelación oficial de las misiones Apolo 18 y Apolo 19, marcando un punto de inflexión en la exploración espacial. ¿La razón? Una combinación de presiones presupuestarias, desinterés político y una ciudadanía que, tras seis alunizajes exitosos, comenzaba a perder el entusiasmo por las misiones lunares.
Un sueño interrumpido
El Programa Apolo, símbolo de la supremacía tecnológica de Estados Unidos durante la Guerra Fría, había sido concebido para llevar a la humanidad a la Luna y demostrar que los límites eran solo temporales. Tras el histórico alunizaje del Apolo 11 en 1969, la NASA tenía planificadas hasta 10 misiones lunares tripuladas, llegando incluso a plantear una misión Apolo 20.
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Sin embargo, dados los elevados costos que representa un viaje de ida y vuelta a nuestro satélite natural y la realidad política y económica del país cambió rápidamente: la guerra de Vietnam, los ajustes fiscales y la percepción de que “ya se había logrado el objetivo” llevaron al Congreso de EE.UU. a recortar el presupuesto de la NASA.
Las misiones Apolo 18 y 19 fueron oficialmente canceladas, como parte de un ajuste forzado por el presupuesto asignado por el Congreso de EE.UU.
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Del “gran salto” al retroceso
Esta decisión marcó el principio del fin del Programa Apolo, que concluiría en 1972 con Apolo 17, la última vez que un ser humano pisó la superficie lunar… al menos hasta el esperado regreso con el Programa Artemis.
¿Por qué nadie lo recuerda?
A diferencia del alunizaje del Apolo 11 o el drama del Apolo 13, la cancelación del Apolo 18 y 19 no es ampliamente conmemorada. No hubo tragedia, solo una fría decisión administrativa. Sin embargo, para muchos entusiastas del espacio, esa fecha simboliza una oportunidad perdida: la de continuar nuestra presencia en la Luna y consolidar un legado de exploración que fue abruptamente interrumpido.
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¿Sabías que...?
La película “Apolo 18” (2011), aunque ficticia, se basa en la idea de una misión lunar secreta cancelada que alimentó teorías conspirativas sobre sucesos ocultos en la Luna. Sin embargo, la realidad es mucho más simple: las misiones Apolo 18 y 19 fueron canceladas exclusivamente por recortes presupuestarios y la pérdida de interés político y público tras los primeros alunizajes. No hay evidencia alguna de misiones secretas ni fenómenos extraordinarios ocultados; la cancelación fue una decisión administrativa motivada por prioridades económicas y estratégicas del gobierno de Estados Unidos.