El término “malinchismo” tiene su raíz en la figura histórica de La Malinche, mujer indígena que fue intérprete y consejera de Hernán Cortés durante la conquista de México. Su legado ha sido interpretado de distintas formas: para algunos, símbolo de traición; para otros, puente cultural fundamental.
De esta compleja historia surge el concepto de malinchismo, que refiere a la preferencia por lo extranjero y el menosprecio hacia lo propio.
Hoy en día, el malinchismo se refleja en actitudes sociales que valoran más lo que viene de fuera que lo nacional.
Por ejemplo, en la moda, muchas personas prefieren marcas extranjeras aunque existan diseñadores locales con talento. En la música, algunas tendencias internacionales suelen imponerse frente a géneros tradicionales mexicanos. Incluso en la tecnología o productos cotidianos, hay una creencia común de que lo extranjero es sinónimo de mejor calidad.
Esta inclinación puede impactar la identidad colectiva y la autoestima cultural, generando un debate sobre cómo equilibrar la apertura global con el orgullo por nuestras raíces. La globalización influye en este fenómeno, invitándonos a reflexionar sobre qué valoramos y por qué.
Siempre lo he dicho, en México se ponen de tapete a los extranjeros, se les engrandece e idolatra, como si fuesen especiales o de una raza superior. Lo he visto en la academia, en las empresas, en instituciones de gobierno.
— J.J. (@JJBermudezz) July 8, 2025
El mexicano preponderando el
Malinchismo al máximo.
¿Has notado alguna vez preferir algo solo porque es extranjero? ¿Cómo podríamos aprender a valorar lo nuestro sin cerrar las puertas al mundo?
Para valorar lo nuestro sin cerrarnos al mundo, es crucial empezar por el conocimiento y consumo de lo local. Al mismo tiempo, adoptar una postura crítica frente a lo extranjero: en lugar de idealizarlo, es importante analizar qué lo hace valioso y aplicar esas lecciones a la producción nacional.
Este equilibrio no busca el rechazo, sino el aprecio por ambas partes.