Una persona manipuladora suele alternar entre actitudes de simpatía exagerada y presión emocional. Utiliza la culpa como herramienta para influir en decisiones ajenas y cambia su discurso dependiendo del público presente.
También evita asumir responsabilidades directas y genera confusión con mensajes contradictorios. Otro signo común es la rapidez con la que intenta generar confianza sin conocer realmente al otro. Estar atento a pequeños detalles durante una interacción inicial puede ser clave para reconocer dinámicas de manipulación.
CON INFORMACIÓN DE JACOBO FLORES
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