Cada año, entre el 1 y 2 de noviembre, México se llena de color y del aroma inconfundible del cempasúchil, una flor que ha trascendido generaciones como símbolo de memoria y vida eterna.
Conocida como la “flor de los muertos”, el cempasúchil, cuyo nombre científico es Tagetes erecta, se coloca en altares y ofrendas para celebrar el Día de Muertos, una de las tradiciones más representativas de la cultura mexicana. Sus pétalos, de un vibrante tono naranja y amarillo, se esparcen alrededor de los altares, formando senderos luminosos que guían a las almas de los difuntos de regreso a su hogar.
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Una flor con raíces prehispánicas
El nombre cempasúchil proviene del náhuatl cempōhualxōchitl, que significa “veinte flores”, en alusión a la abundancia de pétalos que conforman cada una de ellas.
Originaria de México y América Central, esta flor ha florecido durante miles de años y fue considerada sagrada por las civilizaciones prehispánicas, especialmente por los mexicas, quienes la relacionaban con el sol y la vida.
Las culturas prehispánicas creían que su color intenso y su fragancia atraían a las almas de los difuntos, ayudándolas a encontrar el camino hacia el mundo de los vivos durante las ceremonias dedicadas a la muerte. Además, se le atribuían propiedades protectoras y purificadoras.
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La fusión de dos mundos: tradición indígena y fe católica
Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, las celebraciones indígenas en honor a los muertos se fusionaron con las festividades católicas del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos.
De esa unión nació una de las expresiones más profundas del sincretismo cultural mexicano: el Día de Muertos, reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En este contexto, el cempasúchil conservó su papel protagónico como flor del recuerdo y de la eternidad, integrándose plenamente a la tradición católica y a la identidad nacional.
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El cempasúchil en las ofrendas
En la actualidad, el cempasúchil sigue siendo indispensable en los altares y cementerios de todo México. Su uso va más allá de la decoración: representa la luz que guía, el amor que perdura y el vínculo entre la vida y la muerte.
Durante estas fechas, las flores se utilizan de múltiples formas:
- Ofrendas: adornan los altares dedicados a los seres queridos fallecidos.
- Caminos de pétalos: marcan el trayecto desde la tumba hasta el inicio del altar.
- Guirnaldas y coronas: se colocan en tumbas y panteones.
- Tapetes de flores: diseños efímeros elaborados con pétalos para rendir homenaje a los difuntos.
Además de su valor simbólico, el cempasúchil ha sido empleado desde la antigüedad con fines medicinales y gastronómicos, debido a sus propiedades digestivas y su característico aroma.













