Vivir en zonas violentas altera tu cerebro y deja secuelas invisibles en la salud mental

Estudios del Instituto Nacional de Psiquiatría y la UNAM revelan que la exposición constante a balaceras y enfrentamientos provoca ansiedad crónica, insomnio y trastornos de memoria, especialmente en niños y adolescentes

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Vivir en una zona violenta genera cambios en la química cerebral, provocando ansiedad crónica, estrés postraumático, insomnio y alteraciones en la memoria, según un estudio del Instituto Nacional de Psiquiatría y la UNAM. La hipervigilancia constante agota emocionalmente y dificulta la concentración, afectando gravemente a niños y adolescentes, quienes son más vulnerables a estas secuelas psicológicas. Los especialistas advierten que estos efectos pueden aparecer años después y requieren atención psicológica para evitar daños duraderos.

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Jacobo Flores

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