Dormir con la boca abierta es más común de lo que se cree, pero puede tener varias causas y consecuencias para la salud.
Las razones más frecuentes son la obstrucción nasal por alergias, resfriados o desviación del tabique. También la apnea obstructiva del sueño o en niños, las amígdalas grandes.
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Entre los efectos están la boca seca, el mal aliento, mayor riesgo de caries y problemas en las encías. Además, puede provocar ronquidos y afectar la calidad del sueño.
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Los especialistas recomiendan tratar alergias, corregir problemas nasales y mantener la humedad en el dormitorio. Si el hábito es constante o se acompaña de ronquidos fuertes, es necesario acudir a un especialista en sueño.