El agua constituye entre el 55% y el 70% del peso corporal en los seres humanos, y es indispensable para el funcionamiento adecuado de cada órgano y sistema. A pesar de ser un recurso abundante en el planeta, no siempre se reconoce su importancia en la salud y el bienestar.
Una de sus funciones principales es la regulación de la temperatura corporal, mediante el sudor y la evaporación. También participa en la digestión, al facilitar la descomposición de los alimentos y la absorción de nutrientes.
El agua actúa como medio de transporte de sustancias dentro del organismo, llevando oxígeno y nutrientes a las células y eliminando desechos a través de la orina. Asimismo, mantiene lubricadas las articulaciones y protege órganos vitales como el cerebro y la médula espinal.
La deshidratación, incluso en niveles leves, puede provocar síntomas como fatiga, dolores de cabeza y falta de concentración. A largo plazo, una ingesta insuficiente de agua puede afectar la salud renal y cardiovascular.
La cantidad recomendada varía según factores como edad, peso, clima y nivel de actividad física. En promedio, se sugiere consumir entre 1.5 y 2 litros de agua al día, aunque las necesidades individuales pueden ser mayores.
El agua no solo se obtiene al beberla directamente, sino también a través de frutas, verduras y otros alimentos con alto contenido líquido. Reconocer su papel fundamental es clave para mantener el equilibrio interno del cuerpo y prevenir enfermedades.