El virus Coxsackie es altamente contagioso y provoca ampollas, fiebre y dolor de garganta. Se transmite por contacto directo con secreciones, heces o superficies contaminadas, afectando sobre todo a niños menores de 5 años. La prevención incluye lavado constante de manos, evitar compartir utensilios y aislar a los infectados. Este brote preocupa por su rápida propagación en entornos escolares y familiares.