Cuando estás en ambientes fríos o con viento, la humedad de tus labios se evapora hacia el aire seco, generando grietas y fisuras. Además, si tiendes a lamerte los labios para humedecerlos, estás empeorando el problema: la saliva se evapora rápidamente y lleva consigo más humedad, además de contener enzimas que irritan la piel.

También interviene la deshidratación: si no estás bien hidratado, tus labios no tienen suficiente agua para mantenerse flexibles. Y hay otros factores que pueden agravar la resequedad, como deficiencias de vitaminas (B, A, E) o el uso de bálsamos con ingredientes agresivos.

Para prevenirlo, los expertos sugieren aplicar bálsamos con ingredientes oclusivos (como vaselina o cera de abejas), antes de salir al frío, y cubrir los labios con una bufanda para protegerlos del viento. Además, es clave evitar lamerse los labios y mantener el cuerpo hidratado.

CON INFORMACIÓN DE DOMINIQUE FEMAT

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