La procrastinación activa es un tipo de aplazamiento en el que la persona retrasa tareas conscientemente para aprovechar el tiempo en otras actividades útiles. A diferencia de la procrastinación pasiva, no implica desinterés ni falta de control.
Esta conducta puede mejorar la creatividad, fomentar la toma de decisiones estratégicas y reducir el estrés por saturación. Sin embargo, debe practicarse con moderación y con conciencia de los plazos reales para que no se convierta en una excusa.