Las sopas instantáneas, aunque prácticas y económicas, pueden tener efectos negativos en la salud si se consumen con frecuencia. Una sola porción puede contener entre 1,000 y 2,000 miligramos de sodio, superando el límite diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que se asocia a presión arterial alta, problemas renales y mayor riesgo cardiovascular. Además, su valor nutricional es muy bajo: casi no aportan fibra, vitaminas, minerales ni proteínas de calidad, por lo que sacian sin nutrir.
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Suelen contener grasas trans, que elevan el colesterol “malo” (LDL), y diversos aditivos como el glutamato monosódico (MSG), que en algunas personas puede causar malestares como dolor de cabeza o sudoración.
Aunque consumirlas de forma ocasional no representa un gran riesgo, su consumo frecuente más de dos veces por semana se ha vinculado a problemas como síndrome metabólico, obesidad abdominal y resistencia a la insulina, afectando especialmente a jóvenes y estudiantes que las incluyen con regularidad en su dieta.
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