Un estudio del Dasman Diabetes Institute en Kuwait halló que tras una noche sin descanso o sin dormir, el sistema inmune cambia de inmediato: los glóbulos blancos adoptan perfiles similares a los que se observan en personas con obesidad, lo que sugiere inflamación aguda.
La Biblioteca Nacional de Medicina también advierte que la falta de sueño afecta procesos como la atención, la memoria a corto plazo y la capacidad de concentración. Por su parte, Harvard señala que dormir mal eleva la presión arterial al alterar el ritmo circadiano y aumentar la liberación de hormonas de estrés.
Adicionalmente, estudios sobre privación prolongada muestran que decisiones que requieren deliberación sufren un deterioro: personas más reflexivas tienden a convertirse en más impulsivas tras varias noches de sueño reducido. En resumen, no subestimes el poder de una noche bien dormida: basta una para alterar tu equilibrio inmunológico, cognitivo y vascular. Tu organismo lo nota.
CON INFORMACIÓN DE DOMINIQUE FEMAT
Dormir de día podría proteger el cerebro del envejecimiento