El amor activa regiones como el núcleo accumbens y la corteza prefrontal, vinculadas al placer y al juicio racional. En cambio, la obsesión apaga las áreas que regulan el control impulsivo y genera un ciclo de dopamina adictiva. Por eso, la obsesión se siente intensa, pero también genera ansiedad, celos y dependencia emocional.
En el amor hay equilibrio químico; en la obsesión, desequilibrio. La diferencia no está en el corazón… está en cómo tu cerebro maneja el deseo.
CON INFORMACIÓN DE JACOBO FLORES
El cerebro puede enamorarse en menos de un segundo, según nuevas investigaciones