Cuando miras fijamente a alguien, se activa la amígdala, la zona que procesa la intensidad emocional. En personas con ansiedad social o alta sensibilidad, esta estimulación puede resultar abrumadora, provocando incomodidad o evasión. Además, el contacto visual sostenido puede elevar el ritmo cardíaco y la liberación de adrenalina.

Mirar a los ojos es un acto de vulnerabilidad. Y aunque muchos lo eviten, es una de las formas más poderosas de comunicación humana.

CON INFORMACIÓN DE JACOBO FLORES

Emociones que enferman; el vínculo oculto entre mente y cuerpo