La ausencia de contacto físico aumenta la producción de cortisol y reduce la oxitocina, debilitando la respuesta inmune. Personas que viven aisladas o experimentan carencia de afecto muestran mayor vulnerabilidad a infecciones y problemas de salud crónicos. La interacción física, incluso breve, activa mecanismos que fortalecen la inmunidad, mejoran la recuperación y reducen la inflamación.
Incorporar abrazos y contacto social en la rutina diaria puede proteger la salud y aumentar el bienestar general.
CON INFORMACIÓN DE JACOBO FLORES
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