La introducción del ferrocarril en Aguascalientes a finales del siglo XIX marcó un antes y un después en la historia del estado. Con la instalación de los Talleres de los Ferrocarriles Nacionales de México, la ciudad se convirtió en un punto neurálgico para el transporte y la industria.
La construcción de la línea ferroviaria permitió la conexión directa con importantes ciudades del país, lo que impulsó el comercio, la migración y el desarrollo urbano. Además, los talleres generaron miles de empleos y atrajeron a trabajadores de distintas regiones.
El Barrio de la Estación surgió como resultado de este auge, conservando hasta hoy edificios y memorias vinculadas al pasado ferroviario. Este legado cultural se refleja en los museos y en la memoria colectiva de los habitantes.
El ferrocarril no solo transformó la economía, sino también la vida social, consolidando a Aguascalientes como un centro estratégico dentro del México moderno.